PRIMERO- Llamamos a Joaquín Pierre, invitándole que se explicase y diera satisfacción a los interrogantes que él mismo había abierto sobre la vida y el alma de Torres. Después del prolongado y merecido descanso de las vacaciones queríamos recordarle que sus textos habían producido una gran expectación y que las tesis que planteó habían quedado huérfanas de demostraciones.

Cuando pudimos localizarle y le hicimos llegar nuestro mensaje, nos trasmitió que estaba totalmente deseoso en revelar que la geometría especulativa había conformado la trama original de los instrumentos del maestro -esas insuperables guitarras- y quería hacer accesible al gran público todo lo que había investigado hasta la fecha… Le esperaba un arduo camino de demostraciones.

Había visto nuestra última editorial desde un ciber y nos llamaba – invariablemente lo hacía desde cualquier teléfono público- para decirnos que nos haría llegar material publicable.-“¿Un símbolo en las guitarras de Torres?”- Pierre sonrió a través del auricular- “Bueno, podría ser el argumento para otra novela de Dan Brown, pero mientras tanto el único símbolo ignorado sigue siendo el de la propia geometría. Eso creo”. Colgó.

Las semanas siguientes nos encontramos en el correo electrónico con un depósito extraño, anárquico, de láminas escaneadas, gráficos y apuntes – sin unión aparente- que difícilmente podíamos ordenar. Volvimos a llamarlo pero, esta vez perdimos todo contacto con él…

Conociendo la gran amistad que le une a nuestro administrador Juan Francisco Padilla, pedimos a este que fijase una entrevista con Joaquín Pierre y le animara a que diese forma a su nuevo artículo. Juan Francisco estaba preparando una importante colaboración de música antigua con “La Bartoli” y tardó en activar su teléfono móvil; nos pidió que le dejásemos echar un vistazo a todo el material gráfico y los apuntes de Pierre –ya estaba en antecedentes- y nos prometió que hablaría con él… ¿Dijo algo en especial sobre su investigación? – nos preguntó. –No.- Contestamos,… solo que estaba “leyendo en un libro mudo”.

Casi percibimos, a través de las pausas que jalonaban la conversación de Juan Francisco, que estaba empapándose lentamente del escepticismo de Robert Langdon…