Iniciamos el portal “Antonio de Torres” con una declaración de intenciones, manifiesta en los textos de presentación: La de analizar el mito desde la historia.
No hemos mudado este propósito, como tampoco vamos a dejar de clarificarlo, cada vez que aparezca cualquier apreciación subjetiva, desde la que se nos pretenda ver alejándonos del mismo…
Por su obituario, reseñado en la prensa, podemos constatar que a Torres ya se le había concedido en su tiempo la categoría de ARTISTA. Habrá que esperar 30 años para encontrar en los textos de Emilio Pujol la deliberada intención de convertir al hombre en un mito: “El creador de la guitarra española”. Para ello, consecuentemente, Pujol sorteara la historia y recurrirá a una suerte de fabulación novelada, desde la cual nos recrearía el personaje de Torres. Igual actitud mantendrá, por extensión, sobre la obra del guitarrero a la que señala como origen de la guitarra moderan, sin conectarla con su tiempo, para describir su evolución, celebrándola como perfecta e inimitable…HIJA DE LA INVENCION.
Volviendo al presente, aunque trasplantadas de este semillero de leyendas que abono Pujol, José Luís Romanillos sigue sembrando, en su propia biografía del guitarrero, relatos que presentan como fundamento la tarea de restituir la identidad de algunas de las pretendidas obras del maestro. Con el tiempo transcurrido, y el cúmulo de información que se posee, el examen organologico detallado de algunas de estas piezas, las dejaría excluidas de la autoría de Torres… No obstante quedaran fijadas indeleblemente, con su papel de protagonistas, en el escenario de la historiografía…
Ya que Joan Pellisa se adelanto a recordar la falta de consenso en cuanto a la autentificación de “la leona”, por mi parte, volviendo a responsabilizar a Pujol, no puedo por menos que hacer observar la misma suerte injusta que han sufrido en su comparación tanto esta guitarra magnifica de 1858 (FE 08) – enfrentada a la supuesta leona de Erharrd Hannen (FE 04)- como el extraordinario encargo de Tárrega a Torres en Almería (SE 114) de 1888- que se relega en importancia frente a la celebrada guitarra de Maria Luisa Anido (FE 17).
Representantes señeros, el uno de la 1ª época de la actividad del guitarrero, y el otro de la 2ª época, los modelos FE 08 y SE 114, que además se registran como impecablemente IDENTIFICADOS, quedan devaluados ostensiblemente, y casi sepultados, por la montaña de opiniones y elogios tendentes a resaltar las cualidades tanto de la guitarra FE 04 como de la FE17 (modelo este al que el enfervorizado Pujol describía como “el instrumento mas perfecto y de mejor sonido que había oído nunca”… Situándolo en su apreciación por encima de cualquier otro construido por Torres en su 2ª época.
Si no son criticables las intenciones de valorar, y preservar, esta ultima pareja de instrumentos que citamos, que no es otra la causa del empeño de Pujol y Romanillos en el tiempo, mantener la literalidad de algunas de las afirmaciones de ambos, sin acotar sus excesos, supondría negar la propia evolución del trabajo de Torres y desdeñar su magisterio, vertido en Almería, precisamente en la 2ª época, donde realizaría, con sus colaboradores, encargos para Luís de Soria, Federico Cano y Tárrega entre otros.
Volviendo sobre el perfil más cierto del maestro: esta seria aquella que pueda surgir de relacionarlo acertadamente con su época, y sobre todo – en lo concerniente a su obra- con los concertistas que lo apoyaron. Creemos no estar desacertados al observar que Torres da forma – desde la ejecución de sus encargos- a la propia visión de la guitarra que estos músicos relevantes pudieron llegar a manifestarle en su taller. Es esto lo que forjo su prestigio y elevo a Torres a la altura de aquellos grandes artistas, con los que compartió y debatió ideas para llevar la guitarra al límite de su perfección.
¿Con que otra imagen deberíamos sustituir sino a la que tenemos de Torres, recreado por Pujol, como un genio aislado, libre de cualquier influencia, construyendo sus mejores instrumentos para si mismo…?
“Los mitos pueden contener cualquier fabulación, dentro de la historia, por el contrario, solo cabe la propia historia.”
Joaquín Pierre.
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